viernes, 13 de mayo de 2011

La ladrona de libros (Markus Zusak)


- ¿Rudy?
Estaba tendido en el suelo, con su cabello rubio y los ojos cerrados.
La ladrona de libros corrió hacía él y cayó de rodillas. Soltó el libro negro.
- Rudy, despierta...- sollozó. Lo cogió por la camisa del pijama y
lo sacudió con suma suavidad, incrédula-. Despierta Rudy.-Mientras
el cielo seguía caldeándose y lloviznaba ceniza. Liesel sujetaba a
Rudy Steiner por la camisa-. Rudy, por favor. -Intentando reprimir
las lágrimas-. Rudy, por favor, despierta, maldita sea, despierta, te quiero.
Vamos, Rudy, vamos, Jesse Owens, pero si te quiero, despierta,
despierta, despierta...
No sirvió de nada.
La montaña de escombros era cada vez mayor. Colinas de cemento coronadas de
rojo. Una bella joven vapuleada por las lágrimas, zarandeando a los muertos.
Incrédula, Liesel enterró la cara en el pecho de Rudy. Incorporó el
cuerpo inerte intentando que no se fuera hacia atrás, pese a que no le
quedó más remedio que devolverlo al suelo devastado. Con suavidad.
Despacio. Despacio.
- Dios, Rudy...
Se inclinó sobre el rostro sin vida y besó en los labios con delicadeza
a su mejor amigo, Rudy Steiner. Rudy tenía un sabor dulce y a polvo. Lo besó
larga y suavemente, y cuando se retiró, le acarició los labios con los dedos. Le
temblaban las manos. Volvió a inclinarse una vez más, pero esta vez perdió
el control y sus labios carnosos no acertaron. Sus dientes colisionaron contra
el desolado mundo de Himmelstrasse.
No se despidió. No tuvo fuerzas. Minutos después, logró apartarse de él
y arrancarse del suelo. Me maravilla lo que los humanos son capaces de
hacer aunque estén llorando a lágrima viva, que sigan adelante, tambaleantes,
tosiendo, rebuscando y hallando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario